Cada año, la Sección Oficial trata de presentar algunos de los títulos más interesantes que se han producido a lo largo del año en las diferentes cinematografías de todo el planeta. En este sentido, el criterio de selección es sencillo: las películas deben dar cuenta del mundo actual o, dicho de otro modo, ser capaces de ofrecernos una visión relevante sobre nuestras realidades materiales, sociales, estéticas, emocionales, económicas o políticas.
Los títulos que el comité de selección elige cada año -nunca más de seis o siete- son películas que tensan nuestra relación con el cine, pero también con la realidad, construyendo puntos de vista que amplían y enriquecen nuestra percepción de las cosas. Se trata de una sección que quiere ser profundamente contemporánea, más no en el sentido de presentar lo más novedoso, sino dando espacio y visibilidad a aquellas propuestas cinematográficas que tienen mucho de necesidad, y muy poco de contingencia. En este sentido, la Sección Oficial se organiza desde el convencimiento de que el cine es un instrumento para conocer y ayudar a pensar mejor las realidades que vivimos y sus posibilidades, las injusticias y las incertidumbres, así como las complejidades y, en última instancia, aquello que siendo real y auténtico, cae del lado de lo imperceptible.
Las cinco películas que se proyectan este año en la Sección Oficial abordan temáticas de muy diversa índole. Los enfoques varían, incluso en términos estéticos, según la procedencia y formación de sus autores. Pero también tienen algo en común, una especie de inestabilidad o tensión explícita y radical que obliga a mirar los equilibrios de nuestro presente desde su tremenda fragilidad, como algo sumamente precario.