Claire Allouche es investigadora de cine, especializada en la periferización de los cines argentino y brasileño contemporáneos, tema sobre el que acaba de terminar su tesis de doctorado. Además, es docente en universidades francesas, como París 8 y París 3, donde imparte cursos relacionados con el análisis cinematográfico y las corrientes fílmicas de América Latina. Desde 2020, ha contribuido como crítica para Cahiers du Cinéma. Su labor crítica está orientada a la exploración y divulgación de cine alternativo y de autor, en especial el latinoamericano. Asimismo, desde 2023 es programadora en Regards Satellites, un espacio cultural ubicado en Saint-Denis, donde selecciona y promueve obras cinematográficas que reflejan realidades y perspectivas periféricas, fomentando el diálogo entre cineastas y públicos locales.
Melchor López (1965, Tenerife) es escritor y reside en Lanzarote desde hace casi tres décadas, isla que inspira gran parte de su obra literaria. Su libro más reciente, Para llegar a Samarín (2023), es una colección de poemas que utiliza Lanzarote como escenario y símbolo, explorando sus paisajes y atmósfera única desde una perspectiva íntima. En sus versos, López presenta la isla no solo como un lugar físico, sino también como un espacio poético y emocional donde los recuerdos, sentimientos y reflexiones se entrelazan. Su estilo, que une observación y sensibilidad, rinde homenaje a la riqueza cultural y natural de Canarias, logrando que quien lee experimente la isla en una dimensión profundamente personal. Es docente en la Escuela de Arte Pancho Lasso en Arrecife.
Vicente Monroy es el programador de cine de la Cineteca de Madrid. Colabora con otras instituciones como la Academia de Cine Español. Ha escrito crítica de cine, literatura y arquitectura en diversos medios como Ctxt o A*Desk. Es autor del ensayo Contra la cinefilia (Clave Intelectual, 2020), la novela Los Alpes marítimos (Lengua de Trapo, 2021) y varios poemarios, entre ellos Las estaciones trágicas (Editorial Suburbia, 2018). Como traductor, ha publicado François Villon y otros poetas medievales (Alba Editorial, 2024). Su nuevo ensayo de cine se publicará a principios de 2025 con la editorial Anagrama.
Cuando se revisa el término “jurado” a través de su evolución etimológica, se revelan algunas cuestiones que tienen un espectacular interés. Se aprende, por ejemplo, que el término en castellano llega desde el latín, a partir de iurata, que significa un juramento o una investigación y que, a su vez, en latín daba lugar a dos conceptos de una extrema importancia: jurar y ley.
La idea de un jurado, por tanto, está enraizada en algunos de los presupuestos más fuertes sobre los que se asientan los principios de numerosas sociedades en el mundo. Y no se trata de algo menor o baladí. La palabra jurado, y por tanto en una medida muy importante la cuestión misma del juzgar, está conectada con la ley, la investigación y el juramento. Se trata de aspectos fortísimos del sentido de una comunidad y su funcionamiento justo, una palabra que también tiene vínculos etimológicos con jurado.
Partiendo de la asunción de esta dimensión radical que tiene el hecho de juzgar algo (o a alguien), y de la enorme responsabilidad que ello implica, la Muestra de Cine de Lanzarote puso en marcha un procedimiento en 2018 basado en la transparencia, el debate, la escucha y la participación. El propósito era eliminar o reducir a su mínima expresión cualquier atisbo de parcialidad que pudiera darse en el proceso deliberativo para poner de relieve los aspectos más hermosos, democráticos y reflexivos que pueden existir en un proceso de este tipo. El jurado de la Muestra de Cine de Lanzarote debate, por eso mismo, delante del público y en la misma sala en la que se han proyectado las películas que forman parte de la Sección Oficial. Todo ello a partir de un procedimiento elaborado a conciencia y que permite escuchar con atención las reflexiones de cada una de las personas que forman parte del jurado. Personas que, al aceptar su participación en un procedimiento tan poco habitual como este, han hecho explícito su indudable compromiso con el conocimiento, la escucha y la investigación.
Al hablar, pensar, dudar y decidir delante de un público que además tiene la oportunidad de aportar sus propios planteamientos en un momento concreto de la deliberación, se consigue en cierta medida que esa experiencia, que debe aspirar a ser justa con las películas que se revisan, sea también un proceso de investigación en común y un juramento: aquel que se hace con las imágenes de una sociedad en la que se cree y por la que vale la pena trabajar cada día.
La Muestra de Cine de Lanzarote es un proyecto organizado por la Asociación Tenique Cultural, una organización sin ánimo de lucro cuyos principales objetivos consisten en promover, exhibir y debatir acerca del cine independiente.
La concesión de un premio es siempre una decisión importante. Todo premio conlleva el reconocimiento explícito a una propuesta, trabajo o aportación, sea esta de carácter cultural, científica, deportiva o de cualquier otra índole. Al mismo tiempo, la concesión de un premio suele implicar, se quiera o no, la instauración de una cierta jerarquía, según la cual, bajo el punto de vista de un grupo de personas -el jurado-, una aportación concreta es mejor, más valiosa o más interesante que las otras que también se presentan. El premio, además, suele conllevar al menos dos añadidos: una cuantía económica -en ocasiones- y el prestigio que otorga su obtención -siempre-.
Por todo ello, y porque en demasiadas ocasiones se escuchan críticas o dudas acerca de las deliberaciones que los jurados han llevado a cabo a puerta cerrada, la Muestra de Cine de Lanzarote decidió, hace cinco años, cambiar el procedimiento por el que se otorga el premio de la Sección Oficial. A partir del 2018 se creó una metodología específica para que el jurado delibere en la sala de cine, en abierto y frente al público y, de este modo, cualquiera que lo desee pueda asistir y escuchar sus reflexiones. Sólo las personas que tienen un vínculo directo con la producción de las películas en concurso deben permanecer al margen de esta deliberación.
A lo largo de estos primeros cinco años se han producido debates realmente fascinantes, exponiéndose sólidos y meditados argumentos. En cada edición el jurado se ha enfrentado a situaciones diferentes. En algunas ocasiones, los criterios han propiciado consensos rápidos, en otros la decisión no ha sido en absoluto sencilla. No obstante, en todos y cada uno de estos jurados en abierto, la experiencia ha sido extraordinaria, tanto para quienes formaban el jurado como para quienes escuchaban sus planteamientos. Cada deliberación pública ha sido un momento de respeto inmenso por lo que significa pensar el cine, argumentar y defender ideas y, en último término, por lo que implica y supone conceder un premio.